Sin duda el periodo legislativo que termina marca un antes y un después, al menos por dos razones principales: la puesta en marcha del Estatuto de la Oposición y la virtualidad durante dos de los cuatro años en el Capitolio Nacional por cuenta de la pandemia de Covid-19 que obligó a reglamentar esta forma de trabajo que fue aceptada por la Corte Constitucional.
Para comenzar, hay que decir que el Estatuto de la Oposición vio la luz jurídica el 9 de julio de 2018, más de dos décadas después de que comenzara a tramitarse la iniciativa con la que se busca garantizar los derechos de la oposición política y las minorías en el Congreso.
Básicamente, se trata de un compendio de normas que introduce garantías como el derecho de réplica al Ejecutivo, la posibilidad de que los partidos y movimientos políticos con representación parlamentaria puedan declararse afines al Gobierno, en la oposición –con garantías- o independientes. Incluso, hasta se tiene el chance de revisar esa decisión un año después de la declaratoria, e incidir en el orden del día de las plenarias.
Esta herramienta fue inaugurada por los movimientos: Lista de la Decencia, Colombia Humana, Partido MAIS, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, el Polo Democrático Alternativo y la Alianza Verde. Con ella sentaron su posición frente a las objeciones que presentó el recién posesionado presidente Iván Duque contra la Ley que creó la Jurisdicción Especial de Paz, entre muchas otras razones porque con ellas se desconocía la sentencia de la Corte Constitucional que avaló esta jurisdicción.
Sin embargo, aunque se trata de un avance que todos los observadores destacan como muy importante para el fortalecimiento de la democracia, es claro también que la norma requiere de mayores ajustes.
“Esta es una ley sin sentido, porque es básicamente el mismo esquema que está en la Constitución. Es una camisa de fuerza porque obliga a los partidos a declararse en oposición y hacer una réplica en la instalación del Congreso, de resto no tiene ninguna otra aplicación. Una verdadera oposición requiere el fortalecimiento de los partidos políticos”, considera el analista John Mario González.
No obstante, otros expertos como el catedrático Jairo Libreros advierten que el Estatuto de la Oposición ayuda en ese fortalecimiento al otorgar una curul en Cámara y Senado a quienes queden en segundo lugar en los comicios presidenciales. “Se trata de un Estatuto que ha demostrado eficacia en otros sistemas políticos, es una iniciativa que promete ser una importante herramienta de trabajo legislativo”, agrega.
A ello se suma que el Estatuto concedió a la oposición una mayor “figuración mediática” al decir del profesor Juan Manuel Charry, tras explicar que “ahora la oposición es más fuerte que antes, ya no es tan chiquita y tiene más posibilidad de hacer control político”, dice.
El segundo hecho que destacan los expertos hace referencia a la virtualidad, una razón exógena al Congreso que pero que definitivamente influyó en la actividad parlamentaria porque se trató de un periodo atípico.
“La virtualidad es de las cosas buenas que dejó la pandemia porque demostró la voluntad de trabajo del Legislativo”, advierte Charry.
Balance
Las fuentes consultadas recuerdan que durante el primer año legislativo, cuando el presidente Duque intentó consolidar su estrategia de ‘cero mermelada’, la oposición tuvo oportunidad de hacer algunas alianzas y frenar parte de la agenda legislativa del Gobierno. Pero cuando el Ejecutivo comenzó a darles participación a los partidos de Gobierno, la oposición perdió fuerza.
No obstante, señala el analista González, “el problema de la oposición es más argumentativo”. Con ello se refiere a que “en muchos casos ha recurrido al filibusterismo, a argumentos irresponsable, con propuestas descabelladas. Es una oposición poco técnica, sin todos los conocimientos”, sostiene.
Por otra parte, tal vez el caso más representativo del control político se dio durante el debate contra el entonces ministro de Defensa, Guillermo Botero Nieto, y que terminó en una moción de censura que tenía los votos suficientes para sacarlo del cargo, pero el funcionario renunció pocos días antes.
Incluso, el catedrático Librero explica que la salida del entonces ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla se debió al escándalo social de 2021, y no al control político de la oposición.
Tampoco prosperaron las tres mociones de censura en contra del actual ministro de Defensa, Diego Molano Aponte, por el manejo del orden público y el estallido social, ni la que se intentó contra su antecesor, el fallecido Carlos Holmes Trujillo.
“Creo que el balance de la oposición deja un mal sabor: no hubo grandes iniciativas contra el Gobierno y los grandes debates se supeditaron a las mociones de censura”, opina Libreros.
Así las cosas, los expertos consultados coinciden en que la oposición política es hoy más fuerte que en el pasado y cuenta con mayores herramientas para ejercer el control político, pero le ha faltado contundencia no solo en la argumentación sino también en la iniciativa parlamentaria.
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