Según cifras oficiales del DANE, hoy 19.6 millones de colombianos tienen ingresos per cápita mensuales por debajo de 354 mil pesos lo que les impide acceder a una canasta básica de alimentos. Asimismo, 18.4 millones de colombianos no pueden consumir todos los días alimentos ricos en nutrientes como frutas o vegetales y nunca o rara vez, consumen alimentos ricos en proteínas como cárnicos o lácteos. La población infantil es una de las más afectadas por la situación de inseguridad alimentaria: en lo que va de 2023 ya han muerto 29 niños menores de cinco años por causas asociadas a la desnutrición. El año pasado este registro cerró en 308 fallecimientos, la cifra más alta de los últimos cinco años.

Apalancados en su propósito de luchar contra el hambre y la malnutrición en el país, la red de Bancos de Alimentos de Colombia (ABACO) distribuyó 38.027 toneladas de producto para beneficiar a población en situación de vulnerabilidad focalizada en los 32 departamentos.

“En 2022 entregamos más de 38 mil toneladas de alimentos con las que mejoramos las condiciones nutricionales de 1.242.312 personas en situación de vulnerabilidad. Lo que hemos logrado es importante pero no suficiente. La situación del hambre en el país es preocupante y por eso invitamos que todas las empresas y personas se unan a la causa de los bancos de alimentos. Estamos seguros que con la unión de todos los sectores, una colombia sin hambre es posible”, afirma Juan Carlos Buitrago, director de la red de bancos de alimentos de Colombia (ABACO).

Del total de toneladas de alimentos distribuidas por los bancos de alimentos a través de sus 3.628 organizaciones afiliadas, 30.702 toneladas corresponden a donaciones de productos hechas por 2.741empresas donantes (un aumento de 1,9% respecto al año anterior), y 8.366 toneladas corresponden a productos alimenticios comprados con donaciones recibidas en dinero.

ABACO, organización que agremia a 24 bancos de alimentos en 23 ciudades, hace el llamado a todos los sectores del país: público, privado, organizaciones civiles y organismos de cooperación internacional para que en conjunto articulen planes de trabajo y programas intersectoriales que permitan alcanzar el objetivo de “Hambre cero” planteado en los ODS de las Naciones Unidas.