Una operación masiva que muy probablemente lleva la firma de Hezbolá, aunque haya sido llevada a cabo -según los analistas- por grupos palestinos. El jueves, al menos 30 cohetes fueron lanzados desde el sur del Líbano hacia el otro lado de la frontera. Hacía 17 años -desde el conflicto de 2006- que las aldeas de la ladera de Galilea no eran blanco de ataques durante tanto tiempo.
Israel respondió con artillería, afirmando haber alcanzado objetivos del grupo militante palestino Hamás en el sur del País de los Cedros, y lanzó una serie de ataques aéreos sobre Gaza. Las Fuerzas de Defensa de Israel afirmaron en un comunicado que “no permitirán que la organización terrorista Hamás opere dentro de Líbano y responsabilizarán al Estado libanés de cualquier fuego directo desde su territorio”.
“Nuestros enemigos no deben equivocarse, el debate interno en Israel no nos impedirá actuar contra ellos. Estamos todos unidos”. Con estas palabras, el primer ministro Benjamin Netanyahu explicó cómo Israel, a pesar de las tensiones y protestas en el país por la reforma de la justicia, no tiene “ninguna intención de cambiar el status quo en el Monte del Templo”.
El intercambio de fuego se produce en el contexto de la tensa situación en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, donde se han producido violentos enfrentamientos en los últimos días. En concreto, lo que desató la ira en la región fue la incursión -el pasado miércoles- de la policía israelí en la mezquita de Al-Aqsa: uno de los lugares más sagrados del Islam. La condena fue masiva en el mundo árabe y musulmán.
Las palabras de Unifil
Líbano e Israel “no quieren una guerra”, aseguró la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (Unifil) tras mantener contactos con ambas partes. Las fuerzas de paz pidieron entonces “el cese de toda acción” a ambos lados de la frontera.
Vatican News