Hamacas con variedad de colores, tamaños y diseños

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San Jacinto, Bolívar, uno de los 8 municipios que compone la región de los montes de María sigue caracterizándose por elaborar las hamacas más representativas de la región, cuya producción ayuda en el sustento del hogar de cientos de Sanjaciteros y Sanjuaneros.

Al llegar a este territorio que tiene más de 23 mil habitantes, el primer pensamiento que de propios y turistas son las famosas hamacas, el producto que junto a las mochilas son los más apetecidas para la compra. Hay de todos los tamaños, de todo los colores y con diseños únicos que permiten su rápida comercialización. Cada hilo, cada puntada y cada técnica hacen de los sanjacinteros unos expertos en la elaboración de estos artículos propios del caribe colombiano.

“Esto es hilo por hilo. Una tela se puede llevar hasta 360 hilos para bolsos y hasta dos mil para hamacas. Después sigue el peine para armar toda la tela que luego se corta y pasa a máquina para sellar alguna costura. El proceso en la tejeduría demora aproximadamente un día, depende del producto”, expresó Sérgio Santos, Tejedor local.

Según Katherine Ricardo, quien también se desempeña como tejedora, ella se demora un día echando y empeinando, cuatro días más en el proceso del paleteo y después pasa a los proceso finales.

Iván Mercado, un tejedor joven, aseguró que “la mayoría de los sanjacinteros se dedican a esta labor porque es el sostenimiento de casi todos en el pueblo”. Por su parte, él lleva 19 años en el oficio y resaltó que aprendió de su madre a los 10 años de edad.

Hombres se siguen sumando a la tejeduría

Aunque esta labor inicialmente era realizada por las mujeres, mientras sus parejas se dedicaban al campo, con el paso del tiempo los hombres decidieron dejar a un lado el machismo y comenzaron la llamada tejeduría gracias a la ayuda de la madre de sus hijos, de abuelas y progenitoras.

La gran mayoría de los hombres, de antiguas generaciones, les causaba pena tejer por miedo a burlas de la sociedad. Sin embargo, ahora tienen un pensamiento de igualdad, y aseguran que obtienen buena recompensa económica con una labor “más relajada” que en el campo y la ganadería.

Es así como con su habilidad y destreza, los tejedores en san Jacinto buscan transmitir el oficio de generacion en generación para que la tradición no se pierda con el paso de los años; para ellos la tejeduría es un legado ancestral, una forma de vida, algo que los obliga a ser mejores personas, pero sobre todo, a darle valor a esas actividades que tanto han hecho sonar el nombre de San Jacinto y los montes de María tanto en Colombia como a nivel mundial.