A sus 82 años, falleció el maestro Adolfo Pacheco

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A sus 82 años de edad, el juglar Adolfo Pacheco Anillo dijo adiós a su gente y a ese folclor vallenato que lo hizo contar historias en cada una de sus más de 100 composiciones que relataban sus propias vivencias.

Pacheco desde hace varios días recibía atención médica en la clínica General del Norte, luego de sufrir un accidente el pasado 19 de enero en las carreteras de Calamar, Bolívar, cuando se dirigía a Barranquilla.

Según el reporte médico el maestro tenía politraumatismo severo, con trauma craneoencefálico severo

Este  exponente musical de los Montes de  María, nacido en San Jacinto, Bolívar en 1940, sólo soñaba con ser músico, pese a que el viejo Miguel, su papá, a quien le compuso precisamente la canción que se titula así, se empecinara en no apoyarlo. Sin embargo,
después de saborear la fama como el compositor de los Montes de María y se internacionalizara con temas como La hamaca grande, El mochuelo y Mercedes, cayó en cuenta de que su papá tenía razón: debía estudiar Derecho. Fue por ello que ingresó a la Universidad de Cartagena a los treinta y seis años de edad y se graduó de abogado a los cuarenta y tres años.

Aparte de la música, Adolfo era un enamorado de la política. Fue Concejal de San Jacinto, Diputado del Departamento de Bolívar, Secretario de la Asamblea y Director de Tránsito de Bolívar.

Gracias a su trayectoria, el maestro fue condecorado con grandes reconocimientos, entre ellos, ser Rey vitalicio del Festival de la Leyenda Vallenata en 2005. Además recibió homenajes en los más importantes festivales del Cesar y La Guajira, como el ‘Cuna de Acordeones’ de Villanueva. Incluso, Sus canciones fueron grabadas por reconocidos artistas de la talla de Carlos Vives, Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Iván Villazón, y otros más.

Hoy, las complicaciones en su salud por un accidente de tránsito, ha dejado un vacío en el mundo vallenato, pero sin duda, todos en el folclor lo recordarán como un músico en todo el sentido de la palabra, como el sentir de la cultura sabanera, el mochuelo que cantaba bonito en los montes de María, el pintor que le ponía color a cualquier nota musical y el Sanjacintero que pudo tejer la hamaca más grande para que todo un país se pudiera mecer.