Marta Storino, mamá de Valeria Guerrero, cuenta las hroas para volver a ver su hija. Aunque no podrá abrazarla, ni besarla, la tranquilidad de tenerla cerca no la compara con nada.
“Ella ahora va a estar aislada en la clínica, y sabemos que estar internados es algo tenebroso, pero yo le haré esa situación más llevadera. Le voy a decorar todos los días su cuarto, para que se sienta en un ambiente agradable”, indica la madre.
Ahora, viene un proceso más complicado, pero confía, en que todo saldrá bien para la recuperación de su hija.
“una vez llegue, deben hacer todo el protocolo para descartar que no tenga el virus del COVID19, y una vez lo descarten, ya se iniciará el tratamiento de las quimioterapias. Después de esto, tampoco va a poder recibir visitas, es la principal recomendación de los oncólogos y hematólogos”.
Dice sentirse más calmada, más tranquila, y sobre todo, más preparada para enfrentar todo lo que viene. Aunque físicamente le toque estar sola, sabe que su familia y el amor entre ellos, es más fuerte.
“Solamente yo puedo estar con ella en la clínica, ni mi esposo ni sus hermanitas pueden verla. No podemos darle un beso o un abrazo, pero como yo le decía siempre que hablábamos por teléfono, que cerrara sus ojos y se imaginara que yo estaba ahí, pasando mi mano sobre su cabello y acariciando sus cachetes”, dice Martha, con voz entre cortada, pero segura que es por la emoción que la embarga saberse cerca de su hija dentro de unas pocas horas.
Valeria llega en un vuelo humanitario procedente de España. Posterior a su arribo en Bogotá, será trasladada desde el avión medicalizado de la Fuerza Aérea Colombiana – FAC, desde Catam, hasta la base aérea de Cacom3. De ahí, será llevada a la Clínica General del Norte, donde deberá cumplir su aislamiento obligatorio.