La Casa Blanca confirmó que el presidente Joe Biden se reunirá con el Papa Francisco en el Vaticano

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La Casa Blanca confirmó que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reunirá con el Papa Francisco el 29 de octubre en el Vaticano.

En un comunicado publicado este jueves 14 de octubre por la secretaria de Prensa, Jen Psaki, se indicó que Biden y su esposa, Jill, se reunirán con el Santo Padre para conversar de varios temas, entre ellos, la lucha contra “la pandemia de COVID-19, atacar la crisis climática y el cuidado de los pobres”.

El encuentro del 29 de octubre será la primera ocasión en la que el Papa Francisco reciba a Biden ya en el cargo de presidente de Estados Unidos.

Biden, el segundo presidente católico en la historia de Estados Unidos, se reunió con el Papa en 2016 como vicepresidente del país.

Además, habló telefónicamente con el Papa Francisco el 12 de noviembre de 2020, cuando el Santo Padre le felicitó por su elección.

El Papa Francisco se ha reunido con otras importantes autoridades estadounidenses este año. Se reunió con Nancy Pelosi, católica presidenta de la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, el 9 de octubre.

De acuerdo a la oficina de Pelosi, el encuentro abordó principalmente el cambio climático.

En junio de este año, el Papa Francisco se reunió con el secretario de Estado, Antony Blinken, en una audiencia en el Vaticano.

De acuerdo al Departamento de Estado, ambos conversaron sobre la situación de China, así como las “crisis humanitarias en Líbano, Siria, la región de Tigray en Etiopía y Venezuela”.

Blinken también agradeció al Papa por su “liderazgo” en el tema del medio ambiente.

Tras la elección de Biden, el Arzobispo de Los Ángeles y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), Mons. José Gómez, señaló algunos temas de acuerdos y desacuerdos en temas políticos entre el nuevo Presidente de Estados Unidos y la Iglesia.

“Por apenas segunda ocasión, estamos anticipando una transición a un presidente que profesa la fe católica”, dijo Mons. Gómez en el encuentro virtual del Episcopado, en noviembre de 2020. “Esto presenta ciertas oportunidades, pero también desafíos”, añadió.

“El presidente-electo nos ha dado razones para creer que su compromiso con la fe lo llevará a apoyar algunas políticas buenas. Esto incluye políticas de reforma migratoria, refugiados y los pobres, y contra el racismo, la pena de muerte y el cambio climático”, señaló Mons. Gómez.

Sin embargo, continuó, Biden “también nos ha dado razones para creer que apoyará políticas que están contra valores fundamentales que sostenemos como católicos. Estas políticas incluyen: la derogación de la Enmienda Hyde y la preservación de Roe vs. Wade. Ambas (decisiones) políticas socavan nuestra prioridad preeminente de la eliminación del aborto”.

Biden presentó a inicios de este año un presupuesto que excluía la Enmienda Hyde, buscando así permitir el financiamiento federal del aborto a través de Medicaid, seguro médico para personas de bajos ingresos.

Su administración también ha buscado deshacer las restricciones al financiamiento de clínicas de abortos en el programa de Título X, de planificación familiar, y ha permitido financiamiento federal para grupos pro aborto a través de la asistencia internacional de salud de Estados Unidos.

Biden también ha emitido pronunciamientos a favor del fallo de la Corte Suprema en el caso Roe vs. Wade de 1973, que legalizó el aborto en todo Estados Unidos, y prometió un esfuerzo “de todo el gobierno” para mantener el aborto en Texas, después de que entrara en vigor el 1 de septiembre en ese estado la Ley del latido de corazón, que prohíbe los abortos después de que se detecte latido fetal.

La administración de Joe Biden también ha luchado en el campo judicial para reinstalar el “mandato transgénero”, que exige que los médicos realicen procedimientos de transición de género tras ser referidos por un profesional de salud mental, aunque no estén de acuerdo con esta práctica.

Joe Biden también firmó una orden ejecutiva interpretando la ley federal de derechos civiles para proteger contra la discriminación sobre la base de la orientación sexual e identidad de género.

Expertos juristas han advertido que su norma obligaría a que espacios específicos para un sexo, como los vestidores, baños y deportes, estén abiertos a hombres biológicos que se identifican como mujeres transgénero.