Colombia suma hasta el momento más de 117 mil contagios de covid19, 64 mil de ellos activos. Las cifras de víctimas mortales a causa del virus supera las 4 mil. Cada día, la curva parece elevarse sin ningún pronóstico positivo que pueda vislumbrar un alto.
Los contagios o fallecidos, comenzaron a dejar de ser una cifra, para convertirse en una lista conocida, donde los casos ya son estrechos entre familiares y amistades. Inicialmente, se hablaba que el virus llegó al país procedente de algún vuelo del exterior. Alguien que viajó a alguna nación europea regresó contagiado y la cadena de transmisión del virus corrió a la velocidad de la luz.
Sin embargo, hoy día, ya no se puede culpar solamente a quienes regresaron del exterior. Ya en los sectores populares no se puede decir “es que los ricos trajeron el virus”, porque si bien podría haber alguna incidencia en tal sentido, es claro que uno de los mayores detonantes de la pandemia en nuestro país ha sido la indisciplina social.
Por indisciplina social, se entiende la ausencia por completo de un comportamiento considerado como normal y esperado dentro del contexto en el cual se produce, es decir, todos los grupos sociales poseen normas para modular la conducta de sus individuos, y al incumplirlas, se da una acción contraria al desarrollo, el progreso y la consecución de una vida mejor.
Una de las medidas decretadas por los gobiernos a nivel mundial para mermar los contagios del Covid19, ha sido precisamente el distanciamiento social, y Colombia no ha sido la excepción. Cierre de discotecas, Iglesias, restaurantes, colegios, establecimientos comerciales, entre otros, han sido desde el día uno. Si bien se han presentado algunas reactivaciones de manera gradual para generar nuevamente vida productiva en el país, persiste el llamado de atención de no aglomerarse para evitar el contacto y así evitar sigan disparándose los casos de contagios.
No cabe duda que el mundo no estaba preparado para esto, y que muchos gobiernos han tenido que cambiar sus planes de inversión, estrategias de desarrollo, etcétera, pero parece ser que la indisciplina social sigue siendo el foco de contagio en Colombia, un país donde tocó implementar en muchas ciudades toques de queda, ley seca, confinamientos obligatorios y cualquier cantidad de medidas estrictas para lograr que la ciudadanía, por lo menos en su gran mayoría se quedara en casa y solo tuvieran estar en la calle aquellos cuya salida fuera necesaria.
Cada fin de semana, las autoridades entregan el balance de orden público, donde se habla de la intervención de fiestas clandestinas, expedidos de licores ilegales, sanciones a quienes se movilizan por fuera de las excepciones, sepelios colectivos, prácticas deportivas grupales, y un sinfín de comportamientos contrarios a los establecidos por la ley en este momento, lo que una vez más demuestra que la indisciplina social es una pandemia con la que hay que combatir.
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Colombia suma hasta el momento más de 117 mil contagios de covid19, 64 mil de ellos activos. Las cifras de víctimas mortales a causa del virus supera las 4 mil. Cada día, la curva parece elevarse sin ningún pronóstico positivo que pueda vislumbrar un alto.
Los contagios o fallecidos, comenzaron a dejar de ser una cifra, para convertirse en una lista conocida, donde los casos ya son estrechos entre familiares y amistades. Inicialmente, se hablaba que el virus llegó al país procedente de algún vuelo del exterior. Alguien que viajó a alguna nación europea regresó contagiado y la cadena de transmisión del virus corrió a la velocidad de la luz.
Sin embargo, hoy día, ya no se puede culpar solamente a quienes regresaron del exterior. Ya en los sectores populares no se puede decir “es que los ricos trajeron el virus”, porque si bien podría haber alguna incidencia en tal sentido, es claro que uno de los mayores detonantes de la pandemia en nuestro país ha sido la indisciplina social.
Por indisciplina social, se entiende la ausencia por completo de un comportamiento considerado como normal y esperado dentro del contexto en el cual se produce, es decir, todos los grupos sociales poseen normas para modular la conducta de sus individuos, y al incumplirlas, se da una acción contraria al desarrollo, el progreso y la consecución de una vida mejor.
Una de las medidas decretadas por los gobiernos a nivel mundial para mermar los contagios del Covid19, ha sido precisamente el distanciamiento social, y Colombia no ha sido la excepción. Cierre de discotecas, Iglesias, restaurantes, colegios, establecimientos comerciales, entre otros, han sido desde el día uno. Si bien se han presentado algunas reactivaciones de manera gradual para generar nuevamente vida productiva en el país, persiste el llamado de atención de no aglomerarse para evitar el contacto y así evitar sigan disparándose los casos de contagios.
No cabe duda que el mundo no estaba preparado para esto, y que muchos gobiernos han tenido que cambiar sus planes de inversión, estrategias de desarrollo, etcétera, pero parece ser que la indisciplina social sigue siendo el foco de contagio en Colombia, un país donde tocó implementar en muchas ciudades toques de queda, ley seca, confinamientos obligatorios y cualquier cantidad de medidas estrictas para lograr que la ciudadanía, por lo menos en su gran mayoría se quedara en casa y solo tuvieran estar en la calle aquellos cuya salida fuera necesaria.
Cada fin de semana, las autoridades entregan el balance de orden público, donde se habla de la intervención de fiestas clandestinas, expedidos de licores ilegales, sanciones a quienes se movilizan por fuera de las excepciones, sepelios colectivos, prácticas deportivas grupales, y un sinfín de comportamientos contrarios a los establecidos por la ley en este momento, lo que una vez más demuestra que la indisciplina social es una pandemia con la que hay que combatir.