En algún lugar de la India en octubre pasado, una persona, probablemente inmunodeprimida, tal vez tomando medicamentos para la artritis reumatoide o con un caso avanzado de VIH / SIDA, desarrolló COVID-19.
Su caso pudo haber sido leve, pero debido a la incapacidad de su cuerpo para eliminar el coronavirus, persistió y se multiplicó. A medida que el virus se replicaba y se movía de una célula a otra, partes del material genético se copiaban incorrectamente. Tal vez la persona vivía en una casa abarrotada o salía a comprar comida a un mercado concurrido, pero dondequiera que sucediera, el virus alterado se contagiaba a otras personas. Los expertos creen que esta situación singular en un individuo es probablemente la forma en que nació la variante Delta que ahora está causando estragos en todo el mundo.
En el curso de la pandemia de COVID-19, se han identificado miles de variantes, cuatro de las cuales son consideradas “variantes de preocupación” por la Organización Mundial de la Salud (OMS): Alfa, Beta, Gamma y Delta, todas seguidas de cerca por científicos en sitios web como GiSAID y CoVariants. La Delta es, por mucho, la más contagioso, un 97% más que el virus anterior, según investigadores europeos. Pero, ¿es lo peor que podría ver el mundo? Comprender cómo se desarrollan las mutaciones puede ayudarnos a develar si aún pueden aparecer versiones más preocupantes.
Los microbiólogos que estudian los virus esperaban ese giro de los acontecimientos en la India, u otros que pueden ocurrir en otros lugares, aunque no pudieron predecir dónde ocurriría, exactamente cuándo y qué líneas de código genético cambiarían dentro del germen. “Cada vez que el virus entra en una célula, replica su genoma para que pueda propagarse a otras células, y esto tiene el potencial de cometer un error”, dice Bethany Moore, directora del departamento de microbiología e inmunología de la Universidad de Michigan.
Las mutaciones generalmente aparecen de forma aleatoria y espontánea, más que de forma sistemática. La mayoría de las mutaciones matan el virus o mueren por falta de propagación, las víctimas de una persona infectada aíslan o transmiten los gérmenes a un pequeño número de personas que luego se quedan en casa. Pero cuando se crean suficientes mutaciones, algunas tendrán suerte (desde la perspectiva del virus) y se mantendrán, tal vez cuando una persona infectada asista a un evento deportivo concurrido o una gran reunión interior como una boda. “Es como si hubiera una tormenta de viento evolutiva sobre muchas brasas humeantes de pequeñas mutaciones esperanzadas que normalmente podrían extinguirse, pero cuando tienes una infección desenfrenada, la selección natural gana”, advierte en diálogo con National Geographic, Vaughn Cooper, profesor de microbiología y genética molecular en la Universidad de Facultad de Medicina de Pittsburgh.
Infobae