José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo del gremio cúpula de la ganadería, se refirió al secuestro del octogenario ganadero y agricultor Heriberto Urbina, a los diálogos con el ELN que empiezan este 3 de mayo en Cuba y al Acuerdo de tierras.
¿Cuál es su análisis de lo que ha sucedido con la polémica que generada en torno a los artículos que se refieren a lo que se ha denominado “expropiación exprés” en el Plan Nacional de Desarrollo?
El país está confundido. Una cosa bien diferente es una proposición que pretenden tramitar y otra cosa son los artículos que trae el Plan Nacional de Desarrollo (PND). Lo que se busca fundamentalmente es facilitarle a la Agencia Nacional de Tierras (ANT) la compra de predios cuando no haya campesinos interesados, de tal manera que puedan tener mayor agilidad en la compra.
Por consiguiente, el país no puede seguir en un debate que genera confusión y al mismo tiempo temor frente a lo que el gobierno hará en esta materia.
En recientes declaraciones a medios, la ministra de Agricultura, Jhénifer Mojica, expresó que no se necesita llegar a la compra obligatoria. ¿Eso les da tranquilidad a los ganaderos?
Hay que ayudar al gobierno. El gobierno tiene claro que va a cumplir con el Acuerdo de La Habana y la invitación del presidente Petro es que logremos avanzar en la adquisición de tierras para el fondo gratuito.
Desde que firmamos el Acuerdo de tierras con el presidente Petro, en octubre del año pasado, hemos socializado a través de nuestra Comunidad Virtual Ganadera, de nuestros profesionales en región, a través de eventos en Córdoba, Cesar, Magdalena y Antioquia. Después de cada jornada, crece la oferta de predios a la Agencia Nacional de Tierras.
Mi invitación a los ganaderos, pero también a todos los involucrados es que avancemos en esa dirección. ¿Para qué? Para que se pueda cumplir con el Acuerdo de tierras sin necesidad de generar elementos que perturben la tranquilidad en las diferentes regiones colombianas.
¿En este momento hay tierras para cumplir el punto 1 del Acuerdo de La Habana?
Tierras hay. Según la ANT, cerca de 150.000 hectáreas están listas para compra; y las de la SAE, 99.000 extintas y 340.000 en procesos embolatados por mafias de abogados. Y claro, ¿dónde están las de las Farc?, que declaró 772 inmuebles rurales y entregó 37, de los cuales 36 eran baldíos, mientras que el ministro de Agricultura de la época reconocía que, solo en Caquetá, se habían “apropiado” 800.000 hectáreas.
Nosotros estamos avanzando: a la fecha los ganaderos han hecho 1008 ofertas por 495.771 hectáreas. Pero debo insistir en que el asunto no es solo entregar tierras, es superar el abandono.
¿A qué se refiere con “superar el abandono”?
No niego el derecho del campesino a ser propietario de un terreno. Lo que quiero expresar es que un título de propiedad no sacará al campesino de la pobreza si no está acompañado de las condiciones para que la tierra sea realmente “redentora” y capaz de dignificar al campesino. Por ejemplo, servicios públicos (energía, agua); vías, especialmente terciarias; crédito; mercados nacionales e internacionales; educación; salud; entre otras. Conocemos las declaraciones de la nueva ministra de Agricultura y estamos de acuerdo. Además, le deseamos éxito y le ratificamos nuestro compromiso con el Acuerdo de tierras.
Secuestro de ganadero en Cesar
¿Qué le han dicho las autoridades con respecto al secuestro del ganadero Heriberto Urbina?
En 1997, Heriberto Urbina, ganadero cesarense, fue secuestrado por el Frente Camilo Torres del ELN. El pasado 24 de abril, 26 años después y con 86 de edad, fue secuestrado nuevamente, al parecer por el mismo grupo, aunque ninguno ha reivindicado el hecho.
¿Pero usted cree que fue el ELN?
No es de extrañar ni es un hecho aislado. El centro y sur del Cesar son fundos del ELN, en feroz contienda con mafias y disidencias, y los ganaderos hemos vuelto a ser presa de extorsión y secuestro.
Según la gente de la zona, todo parece ser que es el mismo grupo el que finalmente terminó haciendo este tipo de secuestro. Pero no solamente es el caso de Heriberto, esta es una región muy duramente azotada.
¿Qué otros casos recientes de violencia se han dado contra los ganaderos en esa zona?
En abril de 2022 fue liberado Sebastián Londoño, secuestrado un año antes. El 14 de agosto fue secuestrado Pedro Nel Hincapié en Curumaní; el 22 Pablo Sánchez en Aguachica, quien fue asesinado; al día siguiente Alberto Ropero en Pelaya, y al día siguiente Nicolás Picón, hijo de un ganadero en Aguachica.
En octubre Javier García en Valledupar; en noviembre Álvaro Rodríguez en Tamalameque, y en diciembre Jesús Emiro Blanco y Gabriel Rincón, de 76 años en Pailitas. El 5 de febrero de 2023 intentaron con Gustavo Pérez en Curumaní, y el 7 de marzo secuestraron a Amalia Arroyo en Tamalameque.
¿Cuál cree usted que es la razón de esta violencia contra el sector productivo que usted representa?
Esta vorágine de violencia, que no es solo del Cesar, viene acompañada de narrativas deterministas que pretenden explicarla: es la distribución de la tierra, el incumplimiento del Acuerdo con las Farc, arguyen unos, mientras quienes sufren la inseguridad y la violencia rural claman, sin que nadie parezca escucharlos: es el abandono del Estado y la sociedad; son las rentas ilegales; es el narcotráfico convertido en “paraestado”, en “narcoestado” con soberanía de facto en esos territorios abandonados.
Nuevo ciclo con el ELN
Siguiendo con el ELN, ¿cuál será su postura como integrante del equipo negociador del gobierno en este nuevo ciclo en Cuba?
Yo he sostenido una tesis que probablemente a ellos puede no gustarles y es que aquí hay una especie de trilogía. Una cosa es lo que se discute en la mesa, otra bien diferente es la manera como su comandante en jefe, Antonio García, plantea las cosas a través de Trinos, y otra bien diferente lo que terminan por hacer los frentes de guerra en las diferentes regiones del país. Todo eso trae unas dificultades para el diálogo, porque lo que no se puede repetir, y en eso voy a tratar de ser muy enfático, es lo que sucedió con las Farc.
La Farc negociaron con el gobierno del presidente Santos. Desde el primer momento hubo una disidencia, disidencia que hoy en día tiene una capacidad de respuesta militar muy alta. En el entretanto de la negociación, el país conoció los hechos mediante los cuales las autoridades capturaron a Marlon Marín, que estaba vinculado con el narcotráfico, y de ahí se desprendieron una serie de hechos judiciales frente a Santrich y el propio Márquez, que dieron lugar a otra disidencia, ya no como la que hoy en día intenta negociar con el gobierno, sino la que se conoce como la Segunda Marquetalia.
Este tercer ciclo con el ELN será de mucha expectativa y definitorio. Nosotros debemos ir con una actitud abierta para escuchar las razones que han tenido para cometer estos hechos violentos contra la población civil, la Fuerza Pública y los ataques a la infraestructura. Luego de eso tendremos que discutir y seguir dialogando para ver cómo podemos avanzar.
¿Considera que la participación de la sociedad civil en estos diálogos puede ser genuina teniendo la amenaza de hombres armados en los territorios?
Para el ELN la preocupación no es la tierra, sino la participación de la sociedad en la construcción de paz; pero aquí también la preocupación tiene amarrada su inconsistencia. En Cesar, en Arauca, en Nariño y Cauca, en el Catatumbo, el ELN mantiene un sistema de hostigamiento, de dominación extrema para sostener sus economías ilícitas.
Recientemente, el Ejército desmanteló en Nariño un megalaboratorio con tres toneladas de cocaína. ¿Será que los cultivadores, raspachines, transportadores, procesadores, autoridades locales, es decir, la comunidad encadenada al miedo participará libremente? Con las Farc, “nos quedamos con el pecado y sin el género”, con el narcotráfico y sin la paz.
La verdadera participación exige desconectar previamente a las comunidades de esos factores de dominación, lo cual solo se puede lograr con el cese de hostilidades, regional y controlado. Si no es así, quien participe será el mismo ELN en cuerpo ajeno.
En sus intervenciones, usted ha expresado repetidas veces que la negociación con los grupos armados no solo las hace el gobierno, sino que también está presente la sociedad colombiana.
Los diálogos con estos grupos armados no solamente los hacen los negociadores, también los hace la sociedad colombiana. Con las Farc, el gobierno de entonces insistió en que el plebiscito resolvía si había o no acuerdo. La sociedad colombiana resolvió votar en contra del acuerdo.
La pregunta que hay que hacerse en esta oportunidad es, ¿qué está pensando la sociedad? Esas negociaciones no salieron bien, no trajeron la paz, hay más zozobra, hay más inseguridad. Ahora unos negociadores, entre los cuales yo me encuentro, pretendemos negociar con el ELN, pero si esta negociación no está acompañada de compromisos que le den tranquilidad a la sociedad, el acuerdo terminará mal logrado.
Somos todos los colombianos los que finalmente tendremos que dar un parte de aceptación frente a lo que se pacte en Cuba o en cualquiera de los lugares donde se defina en qué términos el Estado, a través del gobierno del presidente Petro y de los negociadores, determine el tipo de acuerdo con el ELN.