De una prueba colegial a la consagración olímpica: la carrera de vida de Anthony Zambrano

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A Anthony le han bastado ocho años para reescribir con gloria la historia del deporte nacional. El compromiso irrestricto de los más recientes gobiernos con los atletas colombianos, con programas como Atleta Excelencia, Intercolegiados, Talentos Colombia y, las Escuelas Deportivas para Todos ha convertido al país no solo en un gran semillero de campeones, sino en una fábrica de sueños y oportunidades para jóvenes de muchos rincones del país, quienes se han visto beneficiados con la política del deporte.

Fue una decisión del Gobierno Nacional, a través de Coldeportes (hoy Ministerio del Deporte) la que terminó alineando los planetas en su favor y le entregó a Anthony Zambrano la oportunidad de tejer a pulso su propia historia para que 17 años después el niño guajiro nacido en Maicao se convirtiera en la gran revelación del Mundial de Atletismo de Menores realizado en Cali en el 2015 y la esperanza del atletismo colombiano en los 400 metros planos.

Radicados en Barranquilla, mientras doña Miladys, su mamá, se ganaba la vida como empleada de servicio o trabajando en restaurantes, su hijo salía, después de clase, a perseguir balones como quien persigue sueños. Quienes lo conocieron entonces apostaban que por su talento y velocidad con la pelota tenía probabilidad de éxito en el fútbol. No en vano en el barrio Villa Katanga, del municipio de Soledad, lo apodaban “Asprilla”.

En el 2009, las correrías de Anthony Zambrano eran por las calles de Soledad trabajando para ayudar a su madre. Aún ignoraba el potencial que escondían sus largas piernas y tampoco pasaba por su mente que sería el Gobierno Nacional, con la creación del Sistema Nacional de Competencias Deportivas conocido como “Supérate Intercolegiados”, que lo llevaría a descubrir su verdadero talento.

La creación de los Intercolegiados cambiaría la vida de Anthony Zambrano. A los 14 años, Ezequiel Suárez, su profesor de Educación Física en el colegio María Cano, al verlo correr lo incentivó a participar las competencias que se realizaban en la Universidad del Atlántico, en Barranquilla, donde hizo de los cronómetros un carnaval.

“Él llego con el cuento de que iba para un intercolegiado y le firmé el permiso; al siguiente día llegó con dos medallas. Luego en un municipal y volvió con dos medallas más y en el siguiente intercolegiado con otras cuatro. Ese día me dijo que quería ser atleta e ir todos los domingos a practicar”, recuerda Miladys.

En el comienzo del nuevo programa, en 2012, Zambrano no tomó la partida, pero sí lo hicieron 905454 niños, niñas y jóvenes de 5360 instituciones educativas de todo el país. La iniciativa gubernamental empezaba a convertirse en la apuesta más ambiciosa para el semillero de futuros medallistas colombianos en el ciclo olímpico.

De inmediato comenzaron a escribirse con oro, plata y bronce los nombres de jóvenes deportistas en muchos rincones del país; casi todos descubiertos por sus profesores de educación física, elevados a la categoría de talentos.

Para el 2013 Coldeportes inscribió 7.362 centros educativos en 1058 municipios a lo largo y ancho del país, beneficiando a 1.675.115 niños, adolescentes y jóvenes que llevaron a lo más alto el tricolor nacional en campeonatos suramericanos, panamericanos, mundiales y olímpicos de las categorías menores y juveniles por todo el mundo.

La meta cada vez fue más ambiciosa y en el 2014 se esperaba que se inscribieran unos dos millones de deportistas entre los 7 y los 28 años, pero fueron incentivados a participar 2.111.272 niños, niñas y jóvenes, incluidos docentes y entrenadores. El recambio generacional de deportistas de alto rendimiento iba por buen camino.

Zambrano se inscribió, por primera vez, en el programa Supérate Intercolegiados en 2013. Era tanto su talento y velocidad que fue ganó protagonismo. En 2014 también participó y en 2015 fue campeón. Ese mismo año ya estaba en los 8 mejores del mundo en su categoría. Le bastaron un par de competencias para comenzar a hacer parte del equipo nacional de atletismo. Participó en el Mundial Juvenil de Atletismo de Cali donde su nombre fue coreado como el de los grandes en las graderías del estadio Pascual Guerrero, logrando un honroso séptimo lugar en su primera participación orbital.

“Le doy las gracias y la honra a Dios. Esto se lo dedico a mi madre, para el día de su cumpleaños, se lo dedico a mi país que le hacía falta una medalla. (…) sigo siendo un ejemplo para las nuevas generaciones. Es un orgullo haber nacido en Colombia. [??] Todo puede lograr a pesar de las adversidades y obstáculos”, manifestó Zambrano, desde Tokio.

El orgullo con el que posa hoy para las fotos de la prensa mundial, nacional y para sus publicaciones de redes sociales, es el mismo con el que su madre Miladys, a quién le ha dedicado cada uno de sus logros, guarda las medallas y cada una de las escarapelas con las que ha corrido en las diferentes citas nacionales y mundiales.

Ahora, con la medalla olímpica colgándole en el pecho, Anthony Zambrano empieza a escribir una historia a la que todavía le quedan muchos capítulos gloriosos.

Cada vez serán más comunes historias como la de Anthony Zambrano de la Cruz, quien llegó a unos Juegos Olímpicos a representar con orgullo a Colombia, en esta ocasión, en Tokio 2020, junto con Óscar Tigreros y Carlos Izquierdo de lucha libre; Andrea Ramírez y Jefferson Ochoa, taekwondo; Luis Javier Mosquera, levantamiento de pesas, atletas que también iniciaron su carrera deportiva en los Intercolegiados.