Más de 650 000 mayores de 60 años recibieron ya la tercera dosis de la vacuna Pfizer contra la COVID-19 en Israel, que confía en poder ofrecer al mundo información certera sobre la efectividad de este método a pesar de las objeciones de la Organización Mundial de Salud (OMS).
“Pioneros”, esa fue la palabra que utilizó el primer ministro israelí, Naftali Benet, durante una ceremonia montada en ocasión del comienzo de la campaña de vacunación con la tercera dosis en el país.
Si bien Israel, donde más del 55 % de la población cuenta desde hace meses con ambas dosis de la vacuna, no es el primer país en tomar esta medida, sí es el primero en hacerlo con la vacuna Pfizer, por lo que los ojos de múltiples países, sobre todo de Europa y América del Norte, están puestos allí.
Esta tercera dosis contra la COVID-19 se comenzó a administrar a la población general el pasado 30 de julio, empezando por los mayores de 60 años, y si bien los expertos indican que aún es pronto para sacar conclusiones sobre su efectividad, las primeras indicaciones muestran que los efectos secundarios son los mismos o incluso menores que aquellos registrados tras la aplicación de la segunda.
Según cifras difundidas esta semana por el Ministerio de Sanidad de Israel, entre las primeras 600.000 personas inoculadas con la tercera dosis (cerca de la mitad de los habilitados para recibirla) tan solo 50 reportaron efectos secundarios, todos ellos leves y de corta duración.